Con sencillos y atentos pasos, podemos plantar marihuana medicinal, como se hace con cualquier planta. Pero antes de hacerlo hay que entender qué semillas son óptimas y cómo germinarlas, más aún si procuramos que la planta sea cannabis medicinal.
¿Cómo sé que la semilla es óptima?
Lo recomendable es tener semillas oscuras. Las claras, por lo general, no sirven para ser plantadas. Si apretamos las oscuras no se abren, en cambio, las blancas son muy frágiles y fácilmente pueden reventarse.
Podemos optimizar las semillas viejas con una lija de uñas, pero lijando con mucho cuidado.
¿Cómo entra el agua en el proceso?
- Es ideal purificar el agua; puede ser vertiendo líquidos como el agua de café oxigenada, que además de atacar bacterias, potencia el ablandamiento de las semillas.
- Antes de verter las semillas, el agua debe estar en temperatura de 20 a 25 grados centígrados, es decir, a temperatura ambiente.
- En un vaso con esta agua sumergimos las semillas entre 24 y 36 horas. Lo tapamos, a poder ser con un film de plástico.
- Procuramos que esté en un espacio de más de 15 grados centígrados, menos de 30. Además, es ideal mantenerlas a oscuras.
Ya casi están listas
A las 36 horas volvemos a nuestro vaso con futuras plantas de marihuana medicinal. Si ya han asomado las raíces, quiere decir que el proceso está bien hecho.
Antes de sacarlas, en un plato ponemos una servilleta húmeda. Ponemos las semillas encima de la servilleta. Las cubrimos con otra servilleta y al final, tapamos con otro plato, por otras 24 horas.
Antes de trasplantar, tenemos que ver si la raíz de la semilla emergió unos dos centímetros. Si así fue, ya podemos pasar la semilla a la maceta. Si seguimos estos pasos y cuidamos la planta como a un hijo, veremos que crecerá óptima para uso medicinal.